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27 julio 2009

Historias de Buenos Aires: El Kavanagh

Al edificio Kavanagh lo mando a construir Corina Kavanagh en 1934 frente a la hermosa Plaza San Martin, y se inauguró en 1936. El Kavanagh como se lo empezó a conocer, obtuvo el Premio Municipal de Casa Colectiva y de Fachada y, en 1939, recibió similar distinción del American Institute of Architects. Por sus características técnicas, compartió un galardón con la Torre Eiffel, con la Represa de Assuan y con el Canal de Panamá, otorgado por la Sociedad de Ingenieros de los Estados Unidos. Fue el primero en Buenos Aires y con su altura de 120 mts el mas alto de latinoamerica en su época.
Tiene 105 departamentos con la particularidad de ser todos distintos, el mas pequeño tiene 140 mts2, y hoy, a mas de 73 años de su inauguración, en el edificio trabajan en forma permanente más de veinte personas, entre personal de seguridad, limpieza y mantenimiento, y además, siguiendo una vieja tradición, hay un mayordomo, que tiene la función de coordinar las tareas de los siete encargados del edificio.
El Kavanagh no tiene portero eléctrico. Como si se tratara de un hotel, todas las personas ajenas al edificio deben anunciarse en recepción, e inmediatamente se les avisa, vía telefónica, a los copropietarios. Tampoco tiene cocheras. Es que cuando se inauguró, en 1936, todavía se estacionaban los carruajes sobre las aceras.
Los propietarios no pagan impuestos municipales, ya que el edificio fue declarado por la Unesco, en 1999, Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la Modernidad. Así que los habitantes están exentos de tasas como el alumbrado, barrido y limpieza.
Los habitantesde cada departamento deben comprometerse a hacer todo lo necesario para conservarlo en buen estado, tanto por dentro como por fuera.
Este compromiso es muy estricto: ni bien una persona se muda al edificio, debe firmar un documento en el que da su palabra de conservar el departamento tal como era originalmente. Cualquier modificación interna deberá ser puesta en consideración del consorcio, aunque es muy extraño que la apruebe.
Una anécdota lo ilustra claramente: "Una señora que recién se mudaba no se tomó muy en serio esto y amplió una ventana que daba a un patio interno. El consorcio, que no había sido notificado, le hizo juicio, se lo ganó y la Justicia la obligó a volver la ventana a su estado original", contó uno de los vecinos.
Por fuera, el compromiso de mantener impecable este monumento histórico también se cumple a rajatabla. Desde hace un tiempo un estudio de arquitectura trabaja para blanquear el exterior del Kavanagh. Además, según contó uno de los empleados, hace poco se incorporó una tecnología "antipintadas".
Corina Kavanagh se reservó para ella el piso 14, de 700 metros cuadrados. Sólo tuvo que esperar 14 meses para habitarlo, ya que ése fue el tiempo que demoraron los constructores para finalizar el rascacielos, todo un récord para la época. En 1948, Corina le vendió su propiedad al banquero Henry Roberts.
Y he aquí el por que de toda esta perorata, lo mas importante de la historia. Cuentan las malas lenguas que Corina Kavanagh, mujer que pertenecía a una familia adinerada pero no patricia, lo hizo construir para vengar un romance no aceptado entre una de sus hijas y un joven de la familia Anchorena, uno de los apellidos más ilustres de la Argentina.
Contrariada por la oposición de los Anchorena, Corina, algo resentida, quiso ensombrecer una hermosa obra arquitectónica que también hoy deleita a los turistas y transeúntes que pasean por Retiro: la iglesia del Santísimo Sacramento, que los Anchorena habían construido hacia 1920 para utilizarla como sepulcro familiar.
El único pedido que les hizo a los arquitectos Gregorio Sánchez, Ernesto Lagos y Luis María De la Torre fue que el edificio, cuya entrada principal se encuentra en Florida 1065, tapara la basílica. Hoy, para mirar de frente a la iglesia, la única alternativa es pararse en el pasaje Corina Kavanagh, que también pertenece al edificio. Venganza consumada.